Ali Aarass, originario de Melilla y con nacionalidad belga, fue arrestado en 2008 bajo sospechas de terrorismo, aunque posteriormente desestimadas por la justicia española. Sin embargo, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero decidió extraditarlo a Marruecos en 2010, ignorando las advertencias de organizaciones de derechos humanos sobre los riesgos de detención y tortura que enfrentaría. En Marruecos, Aarass sufrió torturas y encarcelamiento durante 12 años bajo acusaciones infundadas de terrorismo relacionadas con incidentes en 2003 en Casablanca. Actualmente, Aarass busca reparación por esta violación de sus derechos, habiendo recibido ya amparo del Tribunal Constitucional español. Afirma que su caso ha marcado un hito en la defensa de los derechos de los detenidos y mantiene su lucha para evitar que otros sufran similares injusticias, aunque el dolor de los años perdidos permanece irreparable.
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