El régimen de Bashar al Asad en Siria, sostenido principalmente por la secta alauí, enfrenta el colapso tras 13 años de guerra civil, con Asad refugiado en Rusia, lo que inicia un complejo proceso de transición política. La comunidad internacional y líderes regionales como Geir O. Pedersen de la ONU destacan la necesidad de una transición inclusiva que preserve la diversidad étnica y política, evitando un escenario de caos similar al posguerra de Irak. Los desafíos incluyen integrar a diversas facciones políticas y religiosas, controlar la influencia de fuerzas externas como Rusia e Irán, y prevenir el resurgimiento del Estado Islámico en la inestabilidad. El reciente control rebelde de Damasco ofrece una oportunidad para unificar y reconstruir Siria bajo un régimen democrático que garantice igualdad para todas las minorías, promoviendo la reconciliación y el retorno seguro de desplazados. Sin embargo, las tensiones internas, especialmente con fuerzas kurdas, y la herida abierta del conflicto complican el logro de una paz duradera.
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