Groenlandia, la mayor isla del mundo, se ha convertido en un foco de atención internacional debido al renovado interés de Donald Trump por adquirir el territorio, citando razones de seguridad nacional por la presencia de barcos chinos y rusos en el Ártico. Esta movida se enmarca en una lucha por el control de minerales críticos, donde Estados Unidos compite contra potencias como China. Aunque Groenlandia posee ricos depósitos minerales, su explotación se ha visto limitada por cuestiones ambientales y burocráticas, y el deseo de independencia de su población indígena choca con los intereses extranjeros. Los argumentos de Trump son considerados por algunos analistas como parte de su ideología expansionista más que una estrategia geopolítica pragmática, dado que EE.UU. ya obtiene beneficios de Groenlandia sin asumir el costo de su mantenimiento. Sin embargo, este tema aviva el debate sobre la soberanía de Groenlandia y su papel en el equilibrio geopolítico global.
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