El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha paralizado la ayuda militar a Ucrania, dejando al país y a sus aliados europeos en una posición delicada. Esta decisión se produce tras un desencuentro con el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, y ha generado preocupación entre los países de la OTAN, especialmente en Polonia, que actúa como centro logístico clave. La interrupción de la ayuda resalta la dependencia de Ucrania del apoyo estadounidense, particularmente en sistemas antiaéreos y comunicación. En respuesta, Europa ha comenzado a movilizarse para fortalecer su capacidad de defensa, con Alemania liderando el esfuerzo y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, anunciando un plan de rearme valorado en 800.000 millones de euros. Sin embargo, la implicación de Estados Unidos sigue siendo crucial para garantizar la seguridad de Ucrania, mientras que el país sigue firme ante la ofensiva rusa, confiando en su nueva capacidad de producción de drones para resistir.
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