En un Parlamento español envuelto en controversias, las recientes votaciones han suscitado comparaciones con el «Gran Hermano» orwelliano, al buscar regular el lenguaje y prohibir términos como «cáncer» para describir la corrupción. Mientras tanto, en el Senado, un líder acusado de liderar una organización criminal compareció ante la democracia, ignorando preguntas críticas con respuestas evasivas. A pesar de las tácticas para desviar la atención, las investigaciones señalan pagos de sobresueldos ilegales dentro del partido. La sesión, caracterizada por una degradación de la Cámara y la democracia, ilustró un escenario político donde la verdad y la responsabilidad parecen desvanecerse en simulaciones y espectáculo mediático.
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