La presencia de la rata parda (Rattus norvegicus) en Canarias se ha convertido en una seria amenaza, impactando tanto en el entorno natural como en la salud pública y la economía local. Esta especie invasora, originaria del norte de China, se adapta fácilmente a diversos hábitats, desde zonas urbanas hasta áreas protegidas como pinares y bosques de laurisilva. Compitiendo con especies autóctonas y consumiendo huevos y crías de aves endémicas, su expansión ha contribuido al declive de la terrera marismeña en Tenerife. Además, la rata parda es portadora de enfermedades graves, lo que refuerza la necesidad de controlar su avance. Los esfuerzos se centran en medidas de desratización activa y pasiva para frenar su propagación, aunque su erradicación total parece inalcanzable.
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