En España, la presencia de la cotorra argentina, una especie invasora originaria de Sudamérica, plantea serios desafíos para el entorno natural y urbano. Introducida a través de ejemplares que originalmente eran mascotas, esta ave ha crecido significativamente desde su primer avistamiento en libertad en Barcelona en 1975. Reconocible por su plumaje verde y pecho gris, compite agresivamente con aves autóctonas y causa daños ecológicos y económicos, incluyendo pérdida de biodiversidad y riesgos para la seguridad pública debido a sus nidos en infraestructuras eléctricas. Los intentos de controlar su población mediante métodos como la destrucción de nidos y la captura han resultado ineficaces, y se exploran alternativas como la esterilización de huevos y la utilización de depredadores autóctonos. El problema se agrava por el continuo comercio de estas aves como mascotas, resaltando la necesidad de una gestión integral que combine control poblacional y prevención de nuevas introducciones.
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