El clamor por la liberación del activista británico-egipcio Alaa Abd El-Fattah se intensifica en el Reino Unido. El Primer Ministro, Keir Starmer, junto con el Secretario de Relaciones Exteriores, David Lammy, enfrentan críticas tras no lograr su liberación, instando a acciones más contundentes. Durante un apasionado debate parlamentario, la presidenta del Comité de Asuntos Exteriores, Emily Thornberry, cuestionó la continuación de delegaciones comerciales a Egipto mientras Alaa sigue encarcelado sin acceso consular.
En apoyo, el diputado laborista John McDonnell sugirió un moratorio sobre nuevos acuerdos comerciales con Egipto, respaldado por varios parlamentarios, incluida la voz del Partido Liberal Demócrata, Calum Miller, quien reiteró las preocupaciones expresadas por el propio Alaa ante su desgarradora incertidumbre.
La situación ha llevado a la madre de Alaa, Laila Soueif, a una huelga de hambre que ya suma 79 días, intensificando su protesta al acampar diariamente frente al Ministerio de Relaciones Exteriores. Estos actos han incitado respaldos desde diversas esferas, especialmente después de que 12 laureados del Premio Nobel escribieran a Starmer para enfatizar la necesidad de cumplir con el compromiso británico de ser un refugio para intelectuales perseguidos.
Alaa, detenido por compartir una publicación sobre una muerte en detención policial, vio expirar su condena en septiembre sin ser liberado, debido a la resistencia de las autoridades egipcias que desconocen su ciudadanía británica. A pesar de haberse reunido con la familia en noviembre y prometer acciones, los esfuerzos de Lammy no han rendido frutos, y el Primer Ministro optó por no tratar el tema con el presidente egipcio El-Sisi durante la reciente cumbre del G20.
Ante este escenario, se exhorta a la ciudadanía británica a intensificar los llamados a la liberación de Alaa, contactando a sus representantes parlamentarios, participando en protestas o utilizando el hashtag #freealaa en redes sociales. Mientras el reloj sigue su curso, el gobierno británico enfrenta una creciente presión para asegurar una solución inmediata que ponga fin a la difícil situación de Alaa, reafirmando su compromiso con los derechos humanos y la justicia.