El gobernador de Washington, Bob Ferguson, ha firmado una ley que obliga a los sacerdotes a romper el secreto de confesión en casos de abuso sexual infantil, generando un conflicto con la Iglesia y el Departamento de Justicia. Esta medida busca proteger a los menores, a pesar de que el sacramento de la confesión tradicionalmente ha sido inviolable. La ley, que ha provocado polémica, es resultado de una petición de un ex testigo de Jehová víctima de abusos. Mientras algunos estados ya requieren denuncias similares, la oposición incluye al Vaticano y a figuras eclesiásticas que ven un dilema entre la ley civil y las normas religiosas. La Administración Trump ha expresado su rechazo y planea investigar la ley por considerarla «anticatólica», enfrentando así un debate entre libertad religiosa y protección infantil.
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