Un reciente estudio en el océano Antártico revela la significativa contribución del zooplancton, especialmente los copépodos, en la captura de dióxido de carbono. Estos crustáceos se alimentan de fitoplancton en verano y descienden a profundidades invernales, liberando grandes cantidades de carbono que quedan atrapadas en el fondo marino. Este proceso, conocido como bomba de migración vertical estacional, permite capturar hasta 65 millones de toneladas de carbono anualmente, equivalentes a las emisiones de 55 millones de automóviles. Sin embargo, el cambio climático y la sobrepesca, particularmente del krill, amenazan este equilibrio, lo que subraya la necesidad de medidas de conservación más efectivas.
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