El auge de la inteligencia artificial está redefiniendo el mapa tecnológico global, y mientras los modelos generativos y herramientas innovadoras acaparan los reflectores, una transformación significativa ocurre detrás de escena: en el hardware que impulsa estos sistemas. En este ámbito, Arm se ha consolidado como un actor clave. Según cifras recientes, actualmente existen 70.000 centros de datos en el mundo utilizando tecnología Arm, un incremento de 14 veces respecto a los números de 2021.
Este crecimiento, definido como exponencial, muestra un cambio profundo en el enfoque de la industria hacia los desafíos de rendimiento, escalabilidad y, sobre todo, eficiencia energética, en un contexto donde la demanda de computación es cada vez mayor.
El CEO de Arm, Rene Haas, ha relacionado directamente este fenómeno con la proliferación de la inteligencia artificial. El entrenamiento y operación de modelos de lenguaje requieren grandes cantidades de energía y hardware especializado. Aunque las GPU de alta tecnología, como las de NVIDIA, continúan siendo líderes en potencia, los chips Arm se están imponiendo gracias a su bajo consumo energético y menor coste.
“La industria es cada vez más consciente de que rendimiento y eficiencia energética deben ir de la mano,” ha argumentado Haas. En un entorno donde los costes energéticos están en aumento y la sostenibilidad se convierte en una prioridad, la propuesta de Arm se vuelve cada vez más atractiva. A diferencia de las arquitecturas x86 tradicionales, la arquitectura de Arm proporciona una opción más eficiente, ideal para tareas como inferencia de IA o microservicios cloud.
El crecimiento de Arm no se detiene en las grandes corporaciones. El número de startups que incorporan sus chips se ha multiplicado por 12 desde 2021, atraídas por su coste competitivo y flexibilidad. Este fenómeno indica que la barrera de entrada a la computación de alto rendimiento se está desvaneciendo.
El impacto del éxito de Apple con sus chips M1 y M2 ha inspirado a otros actores. Qualcomm ha lanzado su primer procesador Snapdragon competitivo para portátiles, con resultados prometedores. La adopción de Arm ya no es un simple experimento, sino una tendencia consolidada en diversas áreas como la movilidad, el escritorio y la inteligencia artificial.
No obstante, el crecimiento de la infraestructura que soporta la inteligencia artificial también trae desafíos. A medida que aumentan los centros de datos, la presión sobre las redes eléctricas se intensifica. Los casos como el de PJM Interconnection en EE. UU. muestran una demanda que supera la oferta, generando aumentos de hasta un 20% en las facturas eléctricas.
En este contexto, el papel de Arm como solución de bajo consumo es crucial. Con tecnologías diseñadas desde su origen para la eficiencia, Arm se posiciona como un aliado esencial para equilibrar innovación y sostenibilidad.
El ascenso de Arm no es un fenómeno temporal. La combinación de eficiencia energética, escalabilidad y adopción transversa en sectores clave posiciona a la firma como un elemento central en el nuevo paradigma computacional. En un mercado históricamente dominado por x86, la ascensión de Arm sugiere una diversificación arquitectónica que podría definir el futuro del procesamiento de datos. En un mundo cada vez más dependiente de la inteligencia artificial, contar con 70.000 centros de datos optimizados no solo es ventajoso, sino una necesidad estratégica.