China ha intensificado su pulso tecnológico contra Occidente al incluir nuevas empresas extranjeras en su lista de «entidades no fiables», creada para proteger su seguridad nacional. Entre ellas, destaca TechInsights, una consultora canadiense especializada en ingeniería inversa de semiconductores, a la que Pekín señala por revelar que Huawei utilizó tecnología de TSMC en sus aceleradores de Inteligencia Artificial de la serie Ascend.
La medida se extiende a empresas del sector aeroespacial y de defensa como Dedrone by Axon, Epirus, Elbit Systems of America y BAE Systems, Inc., indicando que China no permitirá filtraciones que socaven a sus campeones nacionales ni faciliten a sus adversarios.
Tras meses de investigación, se ha esclarecido parte del flujo de componentes hacia Huawei, sugiriendo que, pese a las restricciones estadounidenses, productos con tecnología TSMC alcanzaron a Huawei a través de intermediarios como Sophgo. Esta situación ha llevado a TSMC a reconsiderar sus envíos, previendo potencialmente sanciones de hasta 1.000 millones de dólares en Estados Unidos.
Para Pekín, el caso TechInsights es lo que Washington consideraría un ejemplo de cómo las filtraciones perjudican a los intereses de China. Al incluir a esta y otras entidades occidentales, China busca blindar su perímetro tecnológico, disuadir futuras filtraciones y responder a la presión regulatoria externa.
La inclusión en esta lista va más allá de un veto comercial: restringe transacciones, inversiones, importaciones, exportaciones y transferencias de información, lo que afecta a empresas como TechInsights, cuyo modelo requiere acceso al hardware y al flujo de datos en China.
Para los contratistas de defensa, el impacto directo puede ser menor, aunque complica servicios y cadenas de suministro. Además, consultoras y laboratorios que analizan chips se enfrentan ahora a un entorno mucho más restringido.
El caso específico de Huawei y TSMC ha despertado preocupaciones sobre cómo las sanciones estadounidenses se aplican, asegurando los controles mediante un escrutinio riguroso de posibles evasiones. La estrategia de ambos países, reflejada en un cerrojo doble de listas sancionadoras, acelera la fragmentación tecnológica, imponiendo retos normativos a las empresas que operan en ambas jurisdicciones.
La industria de la IA podría experimentar una reducción del flujo de información pública sobre los chips chinos, afectando la percepción del progreso de Huawei, SMIC y sus asociados. Los fabricantes occidentales deberán demostrar que sus productos no alcanzan a entidades sancionadas, aumentando la trazabilidad de sus entregas.
Este incidente es parte de una estrategia más amplia que refleja las prioridades de seguridad de Pekín, particularmente en tecnologías duales que pueden tener aplicaciones civiles y militares. Mientras tanto, las empresas listadas podrían anunciar medidas de cumplimiento más estrictas o recurrir a decisiones legales donde sea posible.
En resumen, la decisión de China profundiza la fragmentación tecnológica, y las reacciones futuras no se harán esperar en un contexto de aumentada incertidumbre en costos, plazos y disponibilidad de hardware, especialmente en aceleradores y memoria avanzada. Empresas que planeen infraestructura deben prepararse mediante la diversificación y asegurar contratos a largo plazo que contemplen los riesgos de sanciones cruzadas.