La economía del año 2025 está poniendo a prueba a los ahorradores, ya que la inflación persistente sigue socavando el poder adquisitivo de los ciudadanos. La rentabilidad que tradicionalmente ofrecían los tipos de interés a través de los depósitos bancarios ha disminuido, lo que hace que estos instrumentos financieros sean menos atractivos para quienes buscan preservar o incrementar su capital. En respuesta a este desafiante escenario, muchos han optado por revaluar sus estrategias financieras, combinando depósitos bancarios con inversiones en fondos.
Los ahorradores, conscientes de la necesidad de adaptarse, están diversificando sus carteras al incluir fondos de inversión, especialmente aquellos de carácter monetario, de renta fija o mixtos con un perfil conservador. Estos fondos brindan una opción para obtener rentabilidades adicionales sin asumir riesgos excesivos, lo que permite el equilibrio entre seguridad y crecimiento. El objetivo es encontrar un balance que proteja una parte del capital, mientras se da la oportunidad a otra parte de apreciarse.
Una estrategia mixta eficaz requeriría mantener una proporción del patrimonio en depósitos que garanticen seguridad y liquidez, y otra en fondos que se ajusten a la tolerancia al riesgo individual y a los objetivos de inversión a corto, medio o largo plazo. Los depósitos ofrecen estabilidad para el capital que no se puede arriesgar, mientras que los fondos actúan como una herramienta para combatir la inflación, eligiendo aquellos que equilibren correctamente los activos y presenten comisiones razonables.
Este enfoque mixto no solo brinda mayor flexibilidad ante necesidades de liquidez, sino que también sitúa al inversor en una mejor posición para capitalizar sobre posibles mejoras en las condiciones económicas. En esencia, más que anticipar el futuro, se trata de contar con una estrategia diversificada que sea resiliente frente a diversos escenarios económicos, maximizando la seguridad y buscando un crecimiento moderado del capital.