La transición de un espacio de coworking a una oficina propia es un hito significativo para muchas empresas, pero es una decisión que requiere un análisis meticuloso. Aunque los coworkings ofrecen flexibilidad y eliminan preocupaciones como la limpieza y el mobiliario, el crecimiento empresarial puede impulsar la necesidad de un cambio. A medida que un equipo aumenta en tamaño, el espacio compartido puede volverse insuficiente y la necesidad de espacios privados para reuniones más apremiante.
Los indicios de un posible cambio incluyen cuotas de coworking que se equiparan al coste de una oficina pequeña, el deseo de una imagen profesional más robusta frente a los clientes y la necesidad de personalizar el entorno laboral. Una oficina propia permite un control total sobre el diseño y los horarios, lo cual es atractivo para muchos emprendedores.
No obstante, adquirir una oficina conlleva responsabilidades adicionales. Es crucial comparar el coste total del coworking, incluidos servicios extra, con los gastos de mantener una oficina propia, tales como alquiler, suministros, mantenimiento, mobiliario, licencias, limpieza y seguros. También se debe considerar el tamaño del equipo y las prácticas de trabajo remoto para determinar el espacio necesario y el verdadero coste implicado.
Contar con un espacio propio puede mejorar significativamente la imagen profesional de una empresa y su eficiencia operativa. Sin embargo, antes de saltar, se debe realizar un análisis exhaustivo, considerando tanto las ventajas como las desventajas, y estar preparado para escenarios menos favorables. La decisión debe basarse en una comprensión clara de los beneficios frente a los costes y la pérdida de flexibilidad que implica.
