Christopher Stokes, veterano de Médicos Sin Fronteras, describe la guerra en Ucrania como una de las más brutales presenciadas en su larga trayectoria. Desde su llegada a Kiev en 2022, Stokes ha sido testigo del sufrimiento extremo de la población civil ante los ataques deliberados rusos a hospitales e infraestructuras esenciales, comparando la situación con las escenas más cruentas de la Primera Guerra Mundial. El conflicto, que lleva cuatro años, ha causado una grave crisis humanitaria, exacerbada por la negativa rusa a permitir la entrada de organizaciones humanitarias y el bombardeo sistemático de instalaciones energéticas, violando el Convenio de Ginebra. Mientras los civiles se enfrentan a dificultades extremas, incluyendo el trastorno de estrés postraumático y la falta de medicinas, los voluntarios ucranianos asumen riesgos significativos para proporcionar ayuda esencial en un entorno cada vez más hostil.
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