En 2024, el Sahel, compuesto por Mali, Burkina Faso y Níger, se posicionó como epicentro del terrorismo yihadista, al registrar la mitad de las muertes globales por terrorismo. Al Qaeda y el Estado Islámico rivalizan en esta región asolada por conflictos internos y efectos del cambio climático. Aunque se han difundido informes sobre la participación saharaui en el liderazgo yihadista, expertos y el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) cuestionan su veracidad. Advierten sobre la marginalidad de estos elementos saharauis y señalan una campaña de desinformación vinculada a tensiones diplomáticas entre Marruecos y Argelia. Esta rivalidad entre yihadistas, especialmente intensa entre Al Qaeda y el Estado Islámico, afecta directamente a Europa debido a la presión migratoria y la inestabilidad que generan.
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