La crisis de endeudamiento externo que enfrentan los países de ingresos bajos y medianos bajos ha cobrado relevancia en los debates internacionales. La reciente cancelación de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional y la disminución de aportes europeos han reducido significativamente la ayuda oficial, mientras se mantiene la dificultad de acceder a financiamiento a costos razonables. Propuestas como el Compromiso de Sevilla y el Informe del Jubileo abogan por expandir los bancos de desarrollo, fiscalizar más efectivamente los flujos de capital, y aplicar normativas para asegurar la sostenibilidad económica. Sin embargo, los costos de financiamiento siguen siendo prohibitivos, complicando la reestructuración de deudas y amenazando la estabilidad financiera de los países más vulnerables. La presidencia sudafricana del G-20 enfrenta ahora el reto de convertir esas recomendaciones en acuerdos que realmente alivien la creciente carga de deuda.
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