Un estudio reciente reafirma que ciertos alimentos están diseñados para ser adictivos, dificultando su consumo moderado. Estos productos, a menudo ultraprocesados, contienen combinaciones de grasas, azúcares y sal que activan los centros de placer en el cerebro, creando un ciclo de dependencia. Los expertos sugieren estrategias como el reconocimiento de estos patrones y la planificación de comidas saludables para reducir su ingesta y promover mejores hábitos alimenticios.
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