El iPod fue un dispositivo icónico que no solo revolucionó la música portátil, sino que también albergaba un peculiar secreto: un juego escondido llamado Brick, una adaptación del clásico Breakout de 1976, en cuya creación participaron Steve Jobs y Steve Wozniak. Este «huevo de Pascua» se activaba mediante un truco en el menú del iPod, y más tarde se hizo accesible en futuros modelos. El éxito de Brick impulsó a Apple a lanzar más juegos, como Vortex, reafirmando su interés en sorprender a los usuarios con innovaciones inesperadas, convirtiendo al iPod en un objeto de nostalgia tecnológica y creatividad.
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