La reciente decisión del Servicio Andaluz de Salud (SAS) de abonar el complemento de productividad a sus profesionales ha desatado una oleada de críticas y preocupaciones acerca de la relación entre el rendimiento individual de los trabajadores y la compensación que realmente reciben. A pesar de esforzarse por alcanzar sus objetivos, la mayoría de los empleados perciben sólo entre el 50% y el 60% de la cantidad máxima prevista en este concepto.
Este año, el SAS ha implementado un recorte superior al 10% en el presupuesto destinado a la productividad. Esto ha exacerbado la desconexión entre el rendimiento individual y las cantidades percibidas. La normativa establece que el abono de este complemento depende de la disponibilidad presupuestaria, lo que significa que el SAS puede disminuir su cantidad simplemente reduciendo los fondos asignados a esta partida.
Uno de los elementos cruciales que contribuye a esta discrepancia es que, en la fórmula de cálculo, el rendimiento individual representa solo un pequeño porcentaje del resultado final. La evaluación depende mayoritariamente de los objetivos alcanzados por la unidad a la que está adscrito el profesional, así como por el hospital o distrito correspondiente. Esto implica que un mal desempeño a nivel de unidad o distrito, sobre el cual el trabajador no tiene control, puede afectar drásticamente su compensación, incluso si ha cumplido con todos sus objetivos individuales.
La falta de transparencia y objetividad en la manera en que se fijan y evalúan los objetivos individuales es otro factor que agrava la situación. Muchos profesionales expresan su frustración ante la ausencia de un sistema de control que les permita apelar evaluaciones que consideran injustas. La falta de un proceso claro y equitativo convierte lo que debería ser un incentivo en una fuente de insatisfacción.
Este sistema se percibe como perverso, arbitrario e injusto, dejando a los trabajadores con un muy limitado control sobre la compensación que recibirán. Como resultado, la productividad pierde su sentido original y se convierte en un elemento que desincentiva en lugar de alentar a los empleados a mejorar su desempeño.
En resumen, nos encontramos ante un modelo de productividad que, en lugar de motivar y recompensar a los profesionales de la salud, se manifiesta como un obstáculo. La insistencia por parte del SAS en mantener este sistema, a pesar de sus evidentes fallos, sugiere una preocupante falta de gestión adecuada de los recursos públicos destinados a la salud.
Fuente: Sindicato Médico Andaluz.