Para prolongar la frescura de los ramos de flores, se recomienda utilizar una solución casera que actúe como conservante, compuesta por zumo de limón, azúcar, lejía y agua. Esta mezcla ayuda a mantener hidratados los tallos y previene la proliferación de bacterias. Se deben renovar cada dos días, recortar los tallos en diagonal y evitar hojas sumergidas. Además, es importante cosechar las flores en el momento adecuado, usar herramientas limpias, cambiar frecuentemente el agua y mantener los ramos alejados del sol y el calor. Métodos tradicionales, como el uso de aspirina o vinagre, también son populares, aunque su eficacia varía. Para darles un uso decorativo prolongado, se puede secar las flores siguiendo un proceso simple.
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