En un contexto de tensión política por las políticas migratorias de la Administración Trump, los partidos del Monterrey en el Mundial de Clubes, celebrados en el Rose Bowl de Pasadena, transcurrieron sin incidentes ni manifestaciones. Aunque se esperaba que estos eventos deportivos fueran un foco de protestas latinas, los seguidores mexicanos prefirieron mantener un perfil bajo por temor a represalias, centrándose en disfrutar del fútbol. Las aficiones mexicanas y argentinas convivieron pacíficamente, compartiendo música y comida típica, en un clima que se mantuvo ajeno a las tensiones políticas. Algunos asistentes destacaron la importancia de no mezclar deporte y política, afirmando que el comportamiento correcto es una forma de desmentir estigmas negativos.
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