Un equipo de investigación del Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea ‘La Mayora’ (IHSM, UMA-CSIC) en Málaga ha desarrollado un bioplástico elaborado a partir de celulosa para envasar alimentos de consumo rápido. Este material podría utilizarse para cubrir productos de bollería como pan, magdalenas o galletas, así como para complementar otros envases sólidos usados en carne o pescado.
Para crear este bioplástico, los investigadores utilizaron celulosa comercial, el principal componente de las plantas, y glicerol, un alcohol aceitoso con propiedades lubricantes y ablandantes. «Se trata de una estrategia sencilla que no se había estudiado con anterioridad», explicó Susana Guzmán, investigadora del IHSM ‘La Mayora’, a la Fundación Descubre, entidad dependiente de la Consejería de Universidad, Investigación e Innovación, que financió el proyecto junto con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Este innovador material es inocuo para el medio ambiente, repele el agua y los microorganismos patógenos, y posee propiedades físicas muy similares al papel film, como elasticidad, transparencia y maleabilidad. Los expertos buscaban una forma simple de desarrollar un material transparente, resistente y biodegradable a partir de residuos agrícolas, como alternativa a los plásticos de uso común derivados de fuentes fósiles.
En el artículo ‘Transparent, plasticized cellulose-glycerol bioplastics for food packaging applications’, publicado en la revista International Journal of Biological Macromolecules, se detallan los procesos de desarrollo del bioplástico. Para ello, los científicos disolvieron la celulosa hasta obtener una solución transparente, a la que después añadieron glicerol para aportar cualidades plastificantes. Se realizaron varios experimentos con distintas proporciones hasta dar con la fórmula óptima para el contacto seguro con alimentos.
El equipo científico evaporó el disolvente de las soluciones preparadas, obteniendo varias películas transparentes que mostraron buena resistencia y mantuvieron sus propiedades sin descomponerse al estar en contacto con alimentos. Para probar su efectividad, envolvieron bizcochos y evaluaron su dureza a lo largo del tiempo, demostrando que el alimento se conserva mejor protegido por este bioplástico. «Estas pruebas son solo el primer paso para continuar desarrollando este bioplástico, que podría usarse en el futuro en mercados, restaurantes de comida rápida o panaderías», afirmó Guzmán.
Además, el bioplástico fue sometido a un ensayo de degradación en agua de mar para comprobar su descomposición natural en entornos acuáticos, confirmando que se degrada fácilmente gracias a su contenido en glicerol, el cual puede ser consumido por microorganismos.
El próximo objetivo del grupo Materiales Agroalimentarios Sostenibles del IHSM es mejorar la fórmula del bioplástico para hacerlo más resistente al agua. Paralelamente, están trabajando con otros materiales como residuos de patata, tomate y caparazones de pequeños crustáceos, con la intención de desarrollar recubrimientos de envases alimentarios que sean respetuosos con el medio ambiente e inocuos para el ser humano.
Fuente: Junta de Andalucía.