Japón, enfrentando una baja alarmante en la natalidad y un envejecimiento tecnológico, se encuentra al borde de una crisis demográfica sin retorno. En 2023, la tasa de natalidad se desplomó a 1,3 hijos por mujer y la población mayor de 65 años alcanzó el 29%, mermando la fuerza laboral. Aunque la inmigración ha aumentado, las limitaciones del programa de Trabajadores Específicamente Calificados, que impide a los extranjeros traer a sus familias, han demostrado ser insuficientes. A pesar de recientes reformas, Japón necesita replantear sus políticas migratorias y de integración para revertir su declive poblacional. Contrariamente, España ha optado por una estrategia de acogida e integración de inmigrantes que ha revitalizado su economía. Así, Japón debe superar barreras culturales y adoptar un enfoque más inclusivo o arriesgarse a un declive irreversible.
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