La capacidad mundial de procesamiento informático está experimentando una transformación radical, impulsada por los proveedores de servicios en la nube a hiperescala, como Amazon Web Services, Microsoft Azure y Google Cloud. Según un estudio de Synergy Research Group, estos gigantes tecnológicos ya dominan el 44% de la capacidad global de centros de datos, con pronósticos de que esta cifra superará el 60% para 2030. En contraposición, los centros de datos locales solo abarcan el 34% del total, un porcentaje impulsado ligeramente por la incorporación de servidores con GPU destinados a la inteligencia artificial.
Este fenómeno revela un cambio significativo en cómo las empresas gestionan sus cargas digitales. Mientras que las instalaciones locales continúan operativas, el despliegue masivo y automatización de los centros de datos construidos por las grandes tecnológicas es evidencia de que el futuro de la infraestructura digital se encuentra en la nube.
Hasta el primer trimestre de 2025, los centros de datos de hiperescala han incrementado su número a 1.189, desde los 1.136 del año anterior. Se estima que para 2030 controlarán el 61% de la capacidad total, dejando a las infraestructuras empresariales tradicionales con solo un 22%. En 2019, los centros locales representaban cerca del 56%.
Las aplicaciones de inteligencia artificial han intensificado la necesidad de potencia computacional, requiriendo hardware especializado y motivando inversiones significativas en infraestructura por parte de los grandes proveedores cloud. En el primer trimestre de 2025, AWS, Microsoft y Google Cloud ampliaron sus centros de datos con una inversión conjunta que supera los 250.000 millones de dólares.
Simultáneamente, el mercado de los centros de datos de colocación está experimentando una saturación. Un estudio de CBRE indica que las tasas de ocupación han alcanzado mínimos históricos en EE. UU., provocando un incremento del 15% en los precios del alquiler. Este aumento de costes, junto a desafíos en privacidad y complejidad de gestión, está llevando a muchas empresas a apostar por la nube o adoptar modelos híbridos.
La dependencia corporativa hacia servicios en la nube sigue en aumento, a pesar de preocupaciones sobre costes y soberanía digital. En 2012, las empresas invertían significativamente más en hardware y software para sus propios centros que en servicios cloud; hoy, la tendencia se ha invertido, gastando tres veces más en la nube.
A nivel global, el despliegue de centros de hiperescala varía regionalmente, con una presencia más pronunciada en Estados Unidos comparado con Europa o Asia-Pacífico. Sin embargo, en todas las regiones se prevé un crecimiento anual de dos dígitos en la capacidad total de centros de datos, con un incremento del 20% anual del segmento hiperescala hasta 2030.
Este desplazamiento hacia los gigantes cloud plantea cuestiones sobre el control tecnológico del futuro, la resiliencia de infraestructuras críticas y la soberanía de los datos. Mientras la inteligencia artificial y otras tecnologías empujan los límites de lo posible, las empresas deberán equilibrar eficiencia, seguridad y autonomía. Lo que es indiscutible es que la infraestructura tecnológica está cambiando de manos, lo que redefinirá la economía digital en las próximas décadas.