Investigadores de la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA) han descubierto que el chicle puede liberar de cientos a miles de microplásticos por pieza en la saliva, lo que podría ser ingerido por los consumidores. Presentado en la reunión de primavera de la Sociedad Química Americana, el estudio revela que tanto los chicles sintéticos como los naturales generan cantidades similares de estas diminutas partículas plásticas, incluso presentando los mismos tipos de polímeros como poliolefinas y tereftalatos de polietileno. El proceso de masticar, describen los investigadores, es suficientemente abrasivo para desprender microplásticos, liberando el 94% durante los primeros ocho minutos. Aunque el impacto potencial en la salud humana sigue siendo incierto, dado que no se han realizado ensayos en humanos, el equipo sugiere que masticar durante más tiempo en lugar de utilizar un nuevo chicle podría reducir la exposición. Además, resaltan la importancia de una disposición adecuada del chicle para minimizar la contaminación ambiental.
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