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Meta se Aparta del Código de Conducta de la UE para IA: Innovación vs. Regulación en Tensión Creciente

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La reciente negativa de Meta a firmar el Código de Conducta para la Inteligencia Artificial de Propósito General (GPAI) propuesto por la Comisión Europea ha intensificado la creciente tensión entre Silicon Valley y Bruselas. Aunque la adhesión al código es voluntaria, el rechazo de la compañía refleja su desacuerdo con un marco diseñado para facilitar el cumplimiento del AI Act, el ambicioso reglamento europeo sobre inteligencia artificial.

Joel Kaplan, jefe de Asuntos Globales de Meta, criticó el código por generar «incertidumbres legales para los desarrolladores» y por exceder el alcance del AI Act. Este no es el primer desencuentro de Meta con la legislación comunitaria de IA, pero sí una postura firme ante un marco que algunas compañías consideran útil para evitar sanciones y simplificar el cumplimiento normativo.

El Código de Conducta para Modelos de IA de Propósito General se estructura en transparencia, derechos de autor, y seguridad y protección, aspectos clave para guiar a las empresas en el cumplimiento del AI Act. Firmarlo ayudaría a las empresas a demostrar conformidad, evitando el riesgo de sanciones que podrían alcanzar hasta un 7% de la facturación global anual en el caso de incumplimiento grave.

Meta, por su parte, busca minimizar obligaciones regulatorias fuera de Estados Unidos, criticando al AI Act por ser «excesivo» y «contraproducente», con temor de que retrase la innovación. Mientras tanto, la compañía invierte agresivamente en su división de «Superinteligencia», compitiendo contra gigantes como OpenAI y Google DeepMind. No obstante, al no adherirse al marco europeo, Meta podría enfrentar más escrutinio regulatorio en la UE.

El panorama adquiere también un matiz político con la administración Trump, recién reelegida, criticando el AI Act y presionando a Bruselas para suavizar las normativas, alineándose con las grandes tecnológicas estadounidenses.

Mientras compañías como Microsoft consideran el código un camino pragmático, Meta apuesta por una confrontación con Europa. La negativa de Meta podría profundizar la brecha transatlántica en regulación tecnológica, dejando en el aire si podrá ignorar las reglas de Bruselas sin repercusiones y si Europa logrará establecer estándares globales sin la cooperación de gigantes tecnológicos de EE. UU. Esta lucha, al igual que el desarrollo de la IA, sigue evolucionando.

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