La empresa Neuralink, fundada por el magnate Elon Musk, ha anunciado que 12 personas en el mundo ya cuentan con sus revolucionarios implantes cerebrales. Estos dispositivos acumulan más de 2.000 días de uso y han registrado más de 15.300 horas de funcionamiento, marcando un hito significativo en el camino hacia la viabilidad de esta tecnología en el ámbito médico.
Neuralink se centra en aplicaciones que podrían transformar el tratamiento de la parálisis y la recuperación de funciones cognitivas. Una de las historias más destacadas es la de Noland Arbaugh, quien quedó paralizado de cintura para abajo tras un accidente de natación en 2016. Gracias al implante, Arbaugh ha podido recuperar parte de su independencia, interactuando con dispositivos digitales a través de sus pensamientos y ocupando su tiempo en actividades como videojuegos y el aprendizaje de idiomas.
La empresa no detiene su avance y recientemente ha expandido sus ensayos clínicos a nivel internacional. En Canadá, en colaboración con el University Health Network de Toronto, se investigan las capacidades de los implantes para pacientes con tetraplejia. En el Reino Unido, el estudio GB-PRIME examina cómo estos dispositivos pueden mejorar la interacción digital de las personas paralizadas.
Elon Musk, visionario detrás de Neuralink, aspira a que sus desarrollos no solo ayuden a individuos con discapacidades, sino que también puedan curar enfermedades neurológicas, trastornos mentales graves y llegar a convertir el dispositivo en una interfaz avanzada entre humanos y máquinas. Musk ambiciona reducir los costos de la tecnología para hacerla accesible a más personas, con la esperanza de que algún día su uso se masifique.
Sin embargo, la empresa enfrenta desafíos relacionados con la durabilidad de los implantes, la seguridad de las cirugías, cuestiones éticas y de privacidad. Además, la competencia con otras compañías en el campo, como Synchron y Blackrock Neurotech, añade presión para demostrar ventajas claras frente a alternativas posiblemente menos invasivas.
Mientras Neuralink avanza en su misión, estas implantaciones cerebrales despiertan tanto entusiasmo como especulación, colocándose en el centro del debate sobre el futuro de la interacción hombre-máquina y sus implicaciones sociales y éticas.