El presidente Sánchez, en sus más de siete años de mandato, ha mantenido una política económica caracterizada por un elevado gasto público y un aumento significativo de la deuda, que ronda los 1,7 billones de euros. A pesar de un crecimiento del gasto no financiero y los fondos europeos que alcanzan cifras históricas, el déficit sigue en aumento. Este enfoque plantea riesgos significativos para la economía española, que podría enfrentar dificultades si el BCE deja de comprar deuda y los intereses afectan los presupuestos para servicios esenciales. Los críticos advierten que el gasto no se ha dirigido a inversiones productivas, sino a gasto improductivo, exacerbando el déficit y debilitando la economía. Se enfatiza la urgencia de reducir el gasto ineficiente para evitar futuros recortes más intensos, mientras el Gobierno continúa con una política de corto plazo que podría tener consecuencias negativas a largo plazo.
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