El avance imparable de la inteligencia artificial (IA) está redefiniendo el consumo energético mundial, un fenómeno que, según un reciente informe de Goldman Sachs, exigirá inversiones multimillonarias en infraestructuras eléctricas y centros de datos. Estos centros, pilares esenciales en la era digital, enfrentarán un aumento en su demanda energética del 165% para 2030, impulsado en gran medida por el auge de la IA. Esta tendencia impone retos significativos para las infraestructuras eléctricas actuales, y establece la necesidad de ingentes inversiones para evitar futuros cuellos de botella en el ecosistema tecnológico.
Actualmente, los centros de datos consumen aproximadamente 55 Gigavatios a nivel global. De este consumo, el 54% se debe a cargas de trabajo en la nube, mientras que un 32% se relaciona con tareas empresariales tradicionales, como el almacenamiento de información y el correo electrónico. El 14% restante, aunque todavía una minoría, corresponde ya a demandas de la IA. No obstante, la disposición de este consumo experimentará un cambio radical en los años por venir.
Para 2027, se proyecta que los centros de datos requerirán 84 Gigavatios, asignando a la IA el 27% del consumo total, lo que representa un notable incremento del 50% en comparación con los niveles actuales. Según Goldman Sachs, para 2030, la capacidad demandada se elevará hasta los 122 Gigavatios, con la IA empujando un aumento del 165%. Este fenómeno está impulsado por los gigantes tecnológicos en su carrera por desarrollar IA más potentes y complejas. En 2024, AWS desembolsará 75.000 millones de dólares en infraestructura, seguido por Microsoft con una inversión proyectada de 80.000 millones en 2025, y Meta, destinando 60.000 millones de dólares. Estas iniciativas buscan no solo aumentar la capacidad de los centros, sino también optimizar la eficiencia energética de sus sistemas de refrigeración, que acaparan entre el 35% y el 40% del consumo total de energía en estos centros.
El rápido desarrollo de la IA también ejerce una considerable presión sobre las redes eléctricas mundiales. Goldman Sachs calcula que se necesitarán inversiones de 720.000 millones de dólares para ampliar y mejorar estas redes, garantizando así un suministro eléctrico estable hasta 2030. Sin dichas mejoras, la expansión del sector tecnológico podría verse amenazada por limitaciones en la infraestructura energética disponible.
Este desafío es particularmente acuciante en Europa, donde, después de 15 años de disminución, la demanda energética está recuperándose debido al auge de los centros de datos. Las solicitudes de conexión a las redes eléctricas han registrado un incremento sustancial, con proyecciones que sugieren que el consumo de energía podría crecer entre un 10% y un 15% en la próxima década.
En el corto plazo, Goldman Sachs anticipa una tensión significativa entre la oferta y la demanda en el sector de los centros de datos, con tasas de ocupación que podrían superar el 95% para 2026. Sin embargo, la situación debería estabilizarse después de 2027, con la puesta en marcha de nuevas instalaciones y el desarrollo de modelos de IA más eficientes en términos energéticos.
El informe también subraya las oportunidades de inversión emergentes en este entorno, no solo para grandes proveedores de infraestructura en la nube o «hyperscalers», sino también para gestores de activos, operadores de centros de datos y empresas de servicios públicos. La capacidad de estas empresas para adaptarse y responder a la creciente demanda será determinante para el futuro del sector energético y tecnológico.
En conclusión, la inteligencia artificial no solo está redibujando los límites de la tecnología, sino también remodelando el panorama energético global. Para abordar sus efectos en los centros de datos y las redes eléctricas, se requerirán inversiones sustanciales y estrategias innovadoras, asegurando así un crecimiento tecnológico sostenible en los próximos años.