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Senderos, Salazones y Almadrabas: El Estrecho como Espacio Natural y Cultural en Constante Movimiento

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Senderos, Salazones y Almadrabas: El Estrecho como Espacio Natural y Cultural en Constante Movimiento

En el sur de España, el Parque Natural del Estrecho, un espacio que conecta dos continentes y tres regiones marinas, resguarda valiosos vestigios históricos y naturales. En tiempos romanos, este territorio albergaba importantes asentamientos, desde Calpe y Carteya en la Bahía de Algeciras hasta Besippo, pasando por Melaria y Belon. Estas áreas eran cruciales para la pesca y el comercio, destacando las factorías de salazones, con el atún y la famosa salsa garum como principales productos.

El Parque del Estrecho fue tanto el primer punto de desembarco como el último de la retirada romana en Hispania. Pomponio Mela, geógrafo del siglo I, oriundo de la región, describe con detalle este enclave en su obra «De Chorographia».

Este parque natural es conocido por ser el paso del atún rojo, que migra anualmente desde el Atlántico al Mediterráneo para reproducirse. Estos movimientos atraen tanto a orcas, que cazan hábilmente estas presas, como al ser humano, que desde la antigüedad utiliza sistemas de captura como la almadraba para atrapar atunes.

Los antiguos pobladores del área ya estaban al tanto de estas migraciones hace más de 30.000 años, observando las actividades de las orcas para identificar la mejor época de pesca. Este conocimiento ancestral ha quedado plasmado en pinturas rupestres y toponimias, como la cueva de las orcas en Zahara de los Atunes.

El Parque Natural del Estrecho cumple un importante rol en la conservación natural y cultural. Declarado Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y Zona de Especial Conservación (ZEC), forma parte de la Reserva de la Biosfera Intercontinental del Mediterráneo, promoviendo un desarrollo sostenible en armonía con sus valiosos ecosistemas.

Con aproximadamente 19.000 hectáreas, el parque alberga una diversidad de hábitats y especies, algunas en peligro de extinción. Sus paisajes variados incluyen formaciones geológicas, dunas, arrecifes y una rica fauna que hace del lugar un enclave único para la investigación científica y el ecoturismo.

Además de su patrimonio natural, el parque guarda significativos tesoros culturales como el Complejo Arqueológico de Baelo Claudia y antiguos pecios en sus aguas. Facilita el acceso a este legado un programa de uso público, con equipamientos y senderos bien señalizados, que fomentan la participación ciudadana y el turismo sostenible.

Este espacio natural no solo es un testimonio de la rica interacción entre el hombre y el medio ambiente a lo largo de la historia, sino que también representa un lugar de encuentro y conservación para futuras generaciones.
Fuente: Junta de Andalucía.

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