Taiwán ha intensificado su ofensiva en el competitivo ámbito de los semiconductores al incluir oficialmente a Huawei y SMIC en su lista negra de exportaciones, profundizando el cerco sobre las destacadas compañías chinas de tecnología de chips. Esta decisión se alinea con las estrategias de Estados Unidos y representa un desafío significativo para los esfuerzos de China en reducir su dependencia tecnológica extranjera, especialmente en momentos cruciales para el desarrollo de la inteligencia artificial y la computación avanzada.
Hasta ahora, Taiwán imponía fuertes restricciones en la exportación a China de maquinaria y tecnologías esenciales para la fabricación de chips, como los sistemas de fotolitografía necesarios para grabar circuitos en obleas de silicio. Sin embargo, es la primera ocasión en que el gobierno taiwanés agrega a gigantes chinos como Huawei y SMIC a su lista de entidades vetadas por razones de seguridad nacional y prevención de proliferación de armas.
Desde la revisión normativa del 10 de junio, cualquier empresa taiwanesa que desee exportar tecnología, productos o servicios relacionados con semiconductores a Huawei, SMIC u otras de las más de 600 compañías ahora incluidas en la lista, deberá obtener permiso explícito del gobierno. Entre los nuevos incluidos figuran también firmas de Rusia, Irán, Pakistán, Myanmar y organizaciones con vínculos a movimientos radicales.
El anuncio llega en un momento crucial para Huawei y SMIC, compañías que han estado tratando de alcanzar el nivel tecnológico de Estados Unidos y sus aliados. Ambas ya estaban bajo sanciones estadounidenses que les impiden el acceso a herramientas y componentes esenciales para la producción de chips avanzados, incluidos aquellos para inteligencia artificial de última generación. La decisión de Taiwán refuerza este cerco, limitando aún más la capacidad de estas empresas para obtener componentes críticos.
Las autoridades en Taiwán buscan evitar la fuga de tecnología sensible que podría ser utilizada con fines militares o para desarrollar capacidades estratégicas por parte de China. Las empresas deben ahora adherirse estrictamente a las regulaciones de control de exportaciones y evaluar minuciosamente los riesgos de transacción, según subrayaron fuentes gubernamentales.
La medida no solo tiene repercusiones en las empresas chinas, sino que también afecta las relaciones comerciales entre Taiwán y China, ya deterioradas por la presión estadounidense y el conflicto tecnológico. Se anticipa que la colaboración entre compañías chinas y taiwanesas disminuya aún más, complicando proyectos conjuntos y el intercambio de conocimientos en áreas clave como inteligencia artificial, automoción y telecomunicaciones.
Esta decisión sigue a una táctica similar del año pasado, cuando Estados Unidos solicitó a TSMC interrumpir el suministro de chips avanzados a Huawei tras identificar componentes estadounidenses en productos de IA de la marca china. Ahora, Taiwán refuerza su posición alineándose con los intereses de Occidente y complicando el acceso de China a tecnología punta en semiconductores.
La inclusión de Huawei y SMIC en la lista negra taiwanesa es vista como un episodio más en la competencia por la supremacía tecnológica global, con la industria de semiconductores en el centro de la disputa. Ambas empresas deberán buscar alternativas dentro del ecosistema chino, acelerar la independencia tecnológica y encontrar nuevas formas de desarrollar chips avanzados frente al creciente aislamiento internacional.
En un escenario donde Estados Unidos, la Unión Europea, Japón y Corea del Sur fortalecen sus propias capacidades en fabricación y diseño de chips, la decisión de Taiwán establece un precedente significativo en la carrera tecnológica global. El resultado de esta escalada será crucial para definir el futuro liderazgo en sectores estratégicos como inteligencia artificial, automoción, defensa y economía digital.
