En un sorprendente cambio de rol, Arabia Saudí ha transitado de ser considerado un «estado paria» tras el asesinato del periodista Jamal Khashoggi, a asumir un papel central como mediador en diplomacia internacional, evidenciado por su reciente acogida del inicio de las negociaciones entre Estados Unidos y Rusia sobre la guerra en Ucrania. Este movimiento responde a una estrategia dual de diversificar sus relaciones internacionales y alejar su economía de la dependencia del petróleo, posicionado al reino como un actor clave en un mundo multipolar. La monarquía, liderada por el príncipe heredero Mohamed bin Salman, se alinea con potencias como Rusia y utiliza su papel mediador para ganar influencia y estabilidad económica, en un contexto donde el respaldo incondicional de EE. UU. ya no es asegurado. Así, Arabia Saudí sigue el ejemplo de otros estados del Golfo, mostrando que su transformación interna y diplomática supera a la de simples exportadores de petróleo.
Leer noticia completa de Internacional en El Independiente.
