En 2015, el Papa Francisco contrató a Libero Milone para auditar las finanzas del Vaticano, una tarea sin precedentes en la institución. A pesar de las dificultades iniciales, Milone descubrió fallas significativas en los procedimientos financieros, como la falta de transparencia y conflictos de intereses. Alegaciones de espionaje y malversación llevaron a su despido en 2017, lo que él describe como un montaje. Milone ahora mira hacia tribunales para resolver su reclamación contra el Vaticano por daños y despido improcedente. Subraya la necesidad de reformas genuinas para garantizar la transparencia financiera y evitar futuras crisis.
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