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Yibuti: Uniendo Fuerzas Contra la Mutilación Genital Femenina

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Silvia Pastor

En las polvorientas aldeas de Yibuti, un país pequeño pero decidido en el Cuerno de África, un grupo cada vez mayor de sobrevivientes y activistas está escribiendo una nueva narrativa contra la mutilación genital femenina, una práctica arraigada desde hace generaciones. Se estima que más de 230 millones de niñas y mujeres en todo el mundo han soportado esta dolorosa realidad, que no solo deja cicatrices físicas, sino también profundas heridas psicológicas.

Hawa’a Mohamed Kamil, recuerda con dolor el día que, a los seis años, fue víctima de esta práctica. A sus 30 años, comparte cómo el trauma persiste: “Todavía veo el cuchillo y a la mujer que me sujetaba”, confiesa, reflejando un miedo constante hacia los hombres y la vida misma. Sin embargo, ha elegido convertir su sufrimiento en una fuerza de cambio, uniéndose a Elle&Elles, una red respaldada por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), que se dedica a sensibilizar sobre los derechos de salud sexual y reproductiva.

En el marco de esta lucha, Yibuti ha sido escenario de historias de transformación valientes. Khadija, a los 39 años, se erige como un emblema de dicho cambio. Después de haber permitido que su propia hija fuera sometida a la mutilación hace veinticinco años, ahora está comprometida a proteger a su nieta. “Ya no más”, afirma con firmeza después de asistir a sesiones de sensibilización del programa conjunto de UNFPA y UNICEF. Khadija se ha convertido en una voz poderosa, enfrentándose a la resistencia y hablando con hombres, mujeres líderes religiosos, enfocándose en erradicar esta práctica para siempre.

El impacto de estos esfuerzos ya se siente: recientemente, su comunidad emitió una declaración pública de abandono de la mutilación genital femenina, un hito impensable hace apenas unos años. Educadores como Ibrahim también desempeñan un papel crucial, inculcando a sus estudiantes la importancia de los derechos y el bienestar de las niñas, con la promesa de no permitir que sus propias hijas sean mutiladas.

La labor de Hawi Mohammed, madre de cinco hijos y activista, añade un enfoque espiritual a esta cruzada, cuestionando en programas radiales y conferencias las interpretaciones tradicionales de la fe que justifican la práctica. Con gran valentía, ha decidido no someter a sus hijas a lo mismo que sufrió. “No dejaré que ninguna niña sufra como yo”, declara con una determinación que inspira a muchos a seguir su ejemplo.

Estos relatos de resistencia están forjando un nuevo camino en Yibuti y más allá. En cada historia, en cada paso hacia adelante, queda claro que el cambio, aunque lento, es inevitable. La determinación de estas mujeres y sus aliados no solo desafía una práctica dañina, sino que también siembra la esperanza de un futuro más seguro y justo para las nuevas generaciones.

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