Una decisión aún no oficial, pero cargada de implicaciones geopolíticas, económicas y de seguridad para España y el resto de Europa
La posibilidad de que Estados Unidos retire parte de sus fuerzas militares de la Base Naval de Rota para reubicarlas en Marruecos vuelve a resonar con fuerza, avivando las alarmas en Madrid y Bruselas. La administración Trump estaría evaluando esta maniobra como parte de una estrategia más amplia para reconfigurar su presencia en Europa y centrarse en el Sahel y África Occidental, regiones de creciente interés estratégico para Washington.
Aunque por ahora se trata de especulaciones, el simple hecho de que la propuesta marroquí vuelva a estar sobre la mesa revela el cambio de prioridades en la política exterior de Estados Unidos, cada vez más enfocada en el Indo-Pacífico y menos comprometida con la defensa del Viejo Continente.
Marruecos, una alternativa con riesgos
La base marroquí de Alcazarseguir, ubicada cerca del Estrecho de Gibraltar, ha sido mejorada en los últimos años, e incluso dispone de sistemas de radar avanzados suministrados por EE.UU. En 2020, Rabat ofreció formalmente a Washington la posibilidad de trasladar parte de su presencia militar allí, una propuesta que entonces fue desestimada, pero que ahora podría revivirse.
Desde el punto de vista estratégico, Marruecos permitiría a Estados Unidos proyectar fuerza con mayor facilidad sobre África, sobre todo en el contexto de lucha contra el terrorismo en el Sahel. Además, operativamente, implicaría costes más bajos que mantener las tropas en territorio español, una motivación clave en la lógica presupuestaria del expresidente Trump.
No obstante, no todo son ventajas: la estabilidad política y la infraestructura militar de Marruecos están lejos del nivel que ofrece España. Además, una decisión así podría deteriorar las relaciones bilaterales entre EE.UU. y España, y causar fricciones dentro de la OTAN.
Impacto en España y la región de Cádiz
La Base Naval de Rota no es solo una instalación estratégica; es también un motor económico para la provincia de Cádiz. Según datos oficiales, genera alrededor de 9.500 empleos directos e indirectos y aporta más de 250 millones de euros anuales a la economía local. Una retirada parcial o total de EE.UU. de Rota supondría un duro golpe para una región ya castigada por el desempleo.
Además, España perdería un elemento clave en su política de defensa y proyección internacional. La base alberga desde 2023 seis destructores estadounidenses como parte del escudo antimisiles de la OTAN, y su papel es esencial para garantizar la seguridad marítima en el Atlántico y el Mediterráneo occidental.

¿Un giro en la postura estadounidense?
Esta posibilidad se enmarca en un movimiento más amplio de revisión de las prioridades militares de EE.UU. Trump ya intentó durante su primer mandato reducir en 12.000 efectivos su despliegue en Alemania, decisión que fue revertida por la administración Biden. Ahora, con la campaña presidencial de 2024 en el horizonte, la idea vuelve con fuerza.
Existen informes que apuntan a que el Pentágono baraja la retirada de entre 10.000 y 20.000 efectivos de Europa, en particular de países del flanco oriental como Polonia, Rumanía o los Estados bálticos, lo que refleja una clara desinversión en la defensa europea.
El desafío para Europa: renovarse o depender
Sea o no inminente el traslado desde Rota, el mensaje es claro: la «Pax Americana» ha dejado de ser una garantía sólida para Europa. El continente debe asumir cuanto antes su responsabilidad en materia de defensa y seguridad, invirtiendo más, cooperando mejor y reduciendo su dependencia de Washington.
Esto implica reforzar las capacidades propias, consolidar una verdadera industria europea de defensa y avanzar hacia una autonomía estratégica que no signifique ruptura con EE.UU., pero sí menor vulnerabilidad frente a cambios de rumbo políticos.
En resumen, la posible salida de EE.UU. de Rota, más allá de su viabilidad inmediata, actúa como un recordatorio de que Europa no puede seguir delegando su seguridad. La base de Rota es hoy una pieza clave, pero el futuro exige una arquitectura de defensa más robusta y menos dependiente de intereses externos. España, como país anfitrión y miembro destacado de la UE y la OTAN, debe prepararse para afrontar los retos de un nuevo orden geopolítico en el que las certezas del pasado ya no existen.
Fuente: Escudo digital. Imágenes Wikipedia.