La muerte del Papa Francisco desencadenó una serie de procedimientos en el Vaticano, comenzando con la preparación de su cuerpo para ser llevado en procesión a la Basílica de San Pedro, donde los fieles podrán despedirse. Su funeral, previsto entre el cuarto y sexto día tras el fallecimiento, será un evento global presidido por Giovanni Battista Re. Durante este periodo, el Vaticano dará inicio al novendiale, nueve días de duelo oficial, mientras se espera la formación del cónclave para elegir al nuevo pontífice. El Papa Francisco eligió la Basílica de Santa María la Mayor como su lugar de descanso final, rompiendo con la tradición de ser enterrado en las Grutas Vaticanas. Este plan fúnebre reflejará su visión de una Iglesia más austera, con un solo ataúd sencillo y un funeral más parecido al de un obispo diocesano que al de un emperador. Además, ha dispuesto que su cuerpo sea expuesto directamente en un ataúd abierto en la Basílica de San Pedro, sin los ornamentos tradicionales, mostrando su deseo de simplificación y acercamiento a sus devotos.
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