En una panadería de barrio en Madrid, Carlos vivió una interacción cotidiana que, en contraste, sería percibida como una invasión del espacio personal en el norte de Europa. Este episodio resalta las diferencias culturales en la comunicación entre las sociedades mediterráneas, más colectivistas y abiertas en la interacción social, y las nórdicas, que valoran el individualismo y la distancia interpersonal. Expertos señalan que estas diferencias culturales, influidas por factores como la geografía y la religión, afectan las dinámicas sociales, haciendo que en el sur de Europa las relaciones parezcan más simples y casuales, aunque no siempre profundas, en comparación con los vínculos más íntimos y duraderos de los países nórdicos.
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