Un corte inesperado de luz sumerge a un vecindario en la oscuridad y genera una mezcla de desconcierto y adaptación. Mientras algunos vecinos, armados con grandes garrafas, se preocupan por el abastecimiento, otros mantienen la calma y recurren al humor para sobrellevar la situación. En la calle, la circulación continúa con una rutina casi instintiva, a pesar de los semáforos inactivos. La conexión a internet intermitente acompaña rumores y desinformación que se propagan a velocidad vertiginosa, exacerbando la ansiedad colectiva. Mientras tanto, un vecino sigue trabajando imperturbable, inspirando con su enfoque constante frente al caos.
Leer noticia completa en 20minutos.