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Fortalecimiento de la Capacitación para Responder Efectivamente a Desastres Naturales

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Silvia Pastor

Los recientes desastres naturales han puesto de manifiesto la urgente necesidad de reforzar la preparación y el apoyo psicológico a los equipos de emergencia. Este año, incendios devastadores en Los Ángeles y la Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) en el Levante español han dejado al descubierto los múltiples riesgos que enfrentan los profesionales en la primera línea de intervención.

Más allá de las pérdidas humanas y los daños materiales, el impacto de estos fenómenos se refleja en el sufrimiento del personal de emergencia, que se expone a lesiones físicas al salvar vidas. Caídas, golpes y el esfuerzo de levantar escombros son solo algunas de las consecuencias visibles de su valiente labor. Sin embargo, la exposición a materiales peligrosos y sustancias tóxicas en el lugar del desastre agrava aún más la situación.

Uno de los problemas más preocupantes es el daño psicológico que enfrentan los profesionales tras largos turnos en situaciones de alta tensión. Estrés, fatiga mental y emocional, así como el trastorno por estrés postraumático (TEPT), se han vuelto casi omnipresentes. Desde Quirón Prevención, se aboga por la implementación de programas de apoyo psicológico y gestión del estrés como componentes esenciales para que los equipos enfrenten no solo los desafíos físicos, sino también los emocionales, a menudo invisibles.

Un informe reciente de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) revela que más del 60% de los trabajadores de emergencia han sufrido lesiones musculoesqueléticas durante sus intervenciones. Esta alarmante cifra subraya cómo la presión constante por actuar rápidamente tras un desastre puede afectar devastadoramente su salud física y mental.

Frente a este panorama, la formación integral de los equipos de emergencia se erige como una prioridad ineludible. No basta con instruir en el manejo adecuado de equipos de protección individual (EPI) o en técnicas de rescate. La capacitación debe incluir herramientas psicológicas que preparen a los profesionales para afrontar el impacto emocional de sus intervenciones.

Por otro lado, el uso correcto de EPI puede reducir las lesiones físicas, incluyendo fracturas y quemaduras, a la mitad. Sin embargo, contar con el equipamiento adecuado es solo parte de la solución. Realizar simulacros en condiciones que simulen desastres reales es esencial para asegurar que los equipos actúen de manera eficaz y rápida, sin comprometer su propia seguridad.

Solo a través de una preparación integral será posible asegurar no solo la seguridad de las personas afectadas por desastres naturales, sino también la de quienes se esfuerzan diariamente por mitigar el sufrimiento en momentos críticos. La formación y el apoyo adecuados son vitales para proteger tanto a los socorristas como a las comunidades a las que sirven.

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