Irán ha utilizado el concepto de fatua, una respuesta no vinculante a consultas religiosas, para encubrir las intenciones detrás de su programa nuclear, según destaca el analista Khosro Isfahani. El líder supremo Ali Jamenei resaltó en discursos que las armas nucleares son «haram» (prohibidas) pero, al no haber oficializado esta postura por escrito, crea dudas sobre su compromiso real. A lo largo de los años, las declaraciones de Irán han oscilado entre la condena de armas destructivas y una política más ambigua, situación que coincide con el desarrollo de su programa nuclear clandestino. Pese a ello, Irán continúa avanzando en su capacidad nuclear, con expertos estimando que podría producir suficiente uranio para un arma en cuestión de días, lo que genera preocupaciones sobre sus verdaderas intenciones y la efectividad de las medidas de control internacionales.
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