En contraste con el descontrol migratorio en España, Italia, bajo el mandato de Giorgia Meloni, ha logrado reducir significativamente la llegada de inmigrantes irregulares desde África. Esta disminución, registrada por Frontex, se atribuye más a acuerdos internacionales, como el pacto de la UE con Túnez, que al aún incipiente Plan Mattei del gobierno italiano. El plan, destinado a abordar las causas raíz de la emigración mediante inversiones en infraestructuras africanas, enfrenta escepticismo sobre su efectividad. No obstante, la política migratoria de Italia también ha endurecido el control sobre ONGs que rescatan migrantes en el Mediterráneo, generando críticas por la externalización de las fronteras de la UE y el tratamiento de los migrantes en países de origen y tránsito.
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