Pedro Sánchez, el presidente del Gobierno español, enfrenta un escenario europeo cada vez más desafiante debido a un viraje generalizado hacia gobiernos conservadores y ultraderechistas dentro de la Unión Europea. Esta situación ha complicado los esfuerzos de España en temas como el reconocimiento de lenguas cooficiales, donde las iniciativas han sido bloqueadas debido a la influencia del Partido Popular español y aliados conservadores. La política migratoria también muestra una tendencia opuesta a las posturas españolas, con la mayoría de países europeos endureciendo sus medidas. En el ámbito de defensa, Sánchez se ha mostrado reacio a aumentar el gasto militar al 5%, generando tensiones con aliados, especialmente Estados Unidos. Respecto a la amnistía a independentistas catalanes y la operación BBVA-Sabadell, el Gobierno se ha enfrentado a la desaprobación de la Comisión Europea. Además, la implementación del Plan de Recuperación se ve obstaculizada por la falta de mayorías parlamentarias, poniendo en evidencia la fragilidad política interna que repercute en los avances con Bruselas. A pesar de estas dificultades, desde Moncloa se mantiene un discurso optimista, resaltando una resistencia ideológica frente a la tendencia conservadora europea.
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