Moldavia, nación de Europa del Este dividida entre influencias occidentales y rusas, celebró unas elecciones presidenciales decisivas en las que la presidenta prooccidental Maia Sandu se perfila como ganadora con el 54,35% de los votos, superando al candidato prorruso Alexandr Stoianoglo, quien recibió el 45,65%. La alta participación del voto exterior, clave en esta contienda, impulsó el triunfo de Sandu, a pesar de que Stoianoglo lideraba en el recuento interno. La jornada electoral no estuvo exenta de tensiones, con denuncias de injerencias rusas y amenazas de bomba en colegios electorales en varias ciudades europeas. La intervención del gobierno moldavo y la intensa movilización de la diáspora fueron cruciales para contrarrestar intentos de desestabilización. Estas elecciones plantean el futuro de Moldavia entre el acercamiento a la Unión Europea o el retorno a la influencia del Kremlin.
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