En el Senado, Pedro Sánchez admitió haber recibido sobres en efectivo del PSOE y evitó responder sobre las mordidas vinculadas a Santos Cerdán y la posible donación de su suegro al partido. Sorprendió su uso de unas gafas Dior, valoradas en casi 300 euros, aparentemente como un truco para desviar la atención. Durante su intervención final, Sánchez se quitó las gafas, lo que algunos consideran un intento de distracción. Las gafas, de diseño exclusivo, se convirtieron en un símbolo de extravagancia en una comparecencia marcada por evasivas y un estilo calculado.
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