Miguel de Cervantes vivió cinco años de cautiverio en Argel, una vibrante ciudad portuaria del Mediterráneo conocida por su diversidad y su refugio de corsarios. Cervantes, quien sobrevivió a la batalla de Lepanto, fue capturado en 1575 junto a su hermano Rodrigo entre Cadaqués y Palamós, siendo entregado a distintos captores. Durante su encarcelamiento, intentó escapar en varias ocasiones sin éxito, aunque finalmente fue liberado en 1580 tras un costoso rescate. La experiencia influyó profundamente en su obra literaria, dejando una huella perdurable en su legado. Argel, descrita por Cervantes como un crisol de culturas, aún recuerda su paso a través de la gruta que lleva su nombre, aunque la memoria se desvanece entre el descuido y el paso del tiempo.
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