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Un Último Adiós a Ángel | Instituto de Astrofísica de Andalucía

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Un Último Adiós a Ángel | Instituto de Astrofísica de Andalucía

Ángel Rolland Quintanilla fue uno de los pilares fundamentales en la creación del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA), el cual celebra su quincuagésimo aniversario este año. Junto a figuras como José María Quintana González, Eduardo Battaner López y su esposa, Pilar López de Coca y Castañer, formaron un equipo cohesionado y unido por una profunda amistad y el anhelo de un proyecto científico audaz. A pesar de que su energía y entusiasmo lo mantuvieron activo en su despacho hasta hace poco, siempre compartió su amor por la variabilidad estelar y otros muchos temas que le apasionaban.

El recorrido académico de Ángel comenzó en la Universidad Complutense de Madrid, donde se desempeñó como profesor ayudante en 1965. Más tarde, se trasladó a Puerto Rico, donde impartió clases de matemáticas y física. Su destinación a Granada marcó el inicio de su colaboración con un grupo de jóvenes físicos en el Observatorio de Cartuja, liderado por Teodoro Vives. Su viaje lo llevó en 1971 al Royal Greenwich Observatory (RGO), donde su trabajo en el estudio de cúmulos globulares resultó en la publicación de su primer artículo en 1972.

La estancia en Greenwich fue crucial para el desarrollo del IAA. Allí estableció vínculos con investigadores del observatorio inglés, lo que culminó en la instalación de un fotómetro en el Observatorio del Mohón del Trigo en Sierra Nevada. Esto dio pie a que el primer artículo del IAA, en 1976, llevara su firma y la de Pilar, junto a dos colaboradores del RGO.

Ángel desempeñó un papel esencial como mentor de la primera promoción de estudiantes de doctorado en el IAA, fomentando el estudio de la variabilidad estelar, una de las dos líneas investigativas del instituto.

Las estancias en el Observatorio del Mohón del Trigo se convirtieron en una experiencia inolvidable para sus estudiantes, quienes aprendieron tanto de la astronomía como de la satisfacción que brinda superar desafíos con buen humor y optimismo. La hospitalidad de Ángel se extendía a su hogar, que se transformó en un refugio para muchos, donde su talento como cocinero se convertía en un deleite adicional.

Durante cinco décadas, la presencia de Ángel Rolland en el IAA fue un símbolo de continuidad y estabilidad. Su contribución al desarrollo del instituto no solo fue científica, sino que también implicó una dedicación personal admirable, ayudando en la consolidación del IAA como un instituto de investigación del CSIC. Su disposición para asumir cualquier tarea en beneficio del instituto fue un ejemplo que dejó huella en todos los que tuvieron el privilegio de trabajar a su lado.

Ángel fue un hombre de calma y valentía, capaz de enfrentar las adversidades de la vida con una entereza admirable. Transmitía confianza en el futuro y promovía un sentido de comunidad y camaradería. Su famoso brindis, “¡hip!, ¡hip!”, alzando su copa de vino, resonará en la memoria de todos los que aprendieron de él y compartieron su pasión por la ciencia.

Granada, 22 de junio de 2025.

Fuente: Instituto de Astrofísica de Andalucía

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